sábado, 30 de noviembre de 2013

Capítulo IV.

guardas en tu cuerpo el calor del verano,
y cada vez que yo me muero de frío no me abrigas,
tú te desnudas,
me abrazas,
y no encuentro metáfora mejor para decir
que eres eso de lo que todos hablan,
pero mío,
el amor de mi vida

si al rato tengo calor,
me susurras inviernos al oído,
me soplas el cuello como una brisa de primavera
y terminas empapándome de todas esas noches frías
en las que nos habríamos derretido
con tal de habernos podido dar un poco de calor

eres el vuelco al corazón tras una buena noticia,
lo que se siente al volar
por primera vez una cometa,
ese cosquilleo en la espalda
los 10 segundos antes de verte;
los nervios,
las prisas,
el deseo cuando la vela se apaga,
un regalo inesperado
que ha cambiado tanto mi vida,
que ya no entiendo de los días,
de las horas o minutos,
si no es una cuenta atrás
que termine con tu mano en mi cintura
y mi boca en tu sonrisa

si crecen preguntas en tu ombligo
prometo responder con besos y versos,
para que jamás olvides
que lo que tú tienes dentro,
eso lo más bonito que yo he visto en la vida

8 comentarios:

  1. Quien sea capaz de leer y no sonreír con este poema no tiene corazón.

    Precioso sentir así.

    Salud.

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  2. No sé qué tiene por dentro y por fuera, que a todos nos enamora a través de los versos que le escribes. Tiene que ser bueno de verdad. No lo pierdas.

    Un besito

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  3. Opino como Oski. Quien no sienta amor a quemarropa aquí, no está vivo.
    Abrazos.

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  4. Es absolutamente perfecto... me encantas!!!!

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