martes, 14 de agosto de 2012

Dulces gritos que entrecortan el aire que acaricia sus labios.


Incendiaba todo alma por el que se dejaba caer
y caía
como el sol bajo su cintura
como un primer recuerdo ya olvidado
como su pelo rozando la curva de su frágil clavícula
destrozando
todo tipo de amor 
y desamor
o quizá ambos, puede que hasta los cristales anhelen la derrota
el ocaso
y el siempre esperado desastre

Se le iba la vida buscando la distancia corta del amor eterno
el vino blanco entre sus primeros pasos de baile
el rayo de luz más intenso perdido en las blancas sábanas
el susurro que ladra silencios de vértigo

Invertía su tiempo en canjear afonías por gemidos
por sudores efímeros
dulces gritos que entrecortan el aire que acaricia sus labios
acrobacias en forma de verbos que sostenían un deseo tan eléctrico
que hasta los dedos ajenos a su piel
perdían el equilibrio al tropezar con el vuelo de su vestido
mientras la pólvora de sus labios 
volvía loca a la expectante dulzura
y los pecados compartidos 
siempre mejor recibidos si venían de la mano de la inmortal
y siempre perfecta
melodía de aullidos bajo su ombligo