martes, 18 de junio de 2013

El hilo rojo del destino. ∞

Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper.

Se dice que este hilo une por el meñique a las personas que están predestinadas a estar juntas. La leyenda tiene su origen en China. El hilo no puede verse por lo que tendremos que dejar que el destino sea el que tire de él. Una de las versiones dice que es el Abuelo de la Luna el que une al nacer los meñiques de los bebés. 

En otras partes se cuenta que surge a raíz de descubrirse que la artería ulnar une el meñique con el corazón y de ahí que el hilo rojo del destino sea una prolongación-conexión de esa artería que une los corazones de los amados. Incluso se llega a decir que en el período Edo (1603 a 1867), algunas mujeres se cortaban el meñique en señal de amor a su marido. 

Otra de las leyendas cuenta así:

Hace mucho tiempo, un emperador se enteró de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja muy poderosa, quien tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y la mandó traer ante su presencia.
Cuando la bruja llegó, el emperador le ordenó que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado al meñique y lo llevara ante la que sería su esposa. La bruja accedió a esta petición y esta búsqueda los llevó hasta un mercado, en donde una pobre campesina con un bebé en los brazos ofrecía sus productos. Al llegar hasta donde estaba esta campesina, se detuvo frente a ella e hizo que el joven emperador se acercara; le dijo : «Aquí termina tu hilo», pero al escuchar esto el emperador enfureció, creyendo que era una burla de la bruja, empujó a la campesina que aún llevaba a su pequeña bebé en brazos y la hizo caer, haciendo que el bebé se hiciera una gran herida en la frente, ordenó a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza. 
Muchos años después, llegó el momento en que este emperador debía casarse y su corte le recomendó que lo mejor era que desposara a la hija de un general muy poderoso. Aceptó y en el momento de ver por primera vez la cara de su esposa, la cual entró al templo con un hermoso vestido y un velo que la cubría totalmente… Al levantárselo, vio que ese hermoso rostro tenía una cicatriz muy peculiar en la frente.