domingo, 30 de octubre de 2011

¿Has pensado en renunciar? Yo aún no.

Finges ves la tele pero yo sé en lo que piensas, porque yo también lo pienso. Te levantas con cuidado porque crees que me estoy quedando dormida y cuando vas a cruzar esa puerta te giras medio segundo para ver si estoy mirando tu huida. Lo hago, y a ti se te para el corazón. Bueno, se le pararía si todo esto pasara algún día, pero la última vez que se fue voló tan lejos que nunca querría volver aquí. Continuo. Se te para el corazón y yo abro los ojos tanto que casi puedo verlo. Durante unos segundos nuestras vidas se detienen, nuestras manos tiemblan al unísono y eres incapaz de mirar a otro lugar que no sean mis ojos, los cuales están empapados de miedo. Podríamos habernos pasado toda la vida haciéndolo, sintiendo el latido de nuestro corazón en el pecho, pero en ese momento, decides moverte. Das dos pasos hacia delante y yo cierro los ojos porque no puedo volver a ver cómo te vas. Cuando el dolor desborda mis ojos y el nudo de la garganta es cada vez más fuerte, de repente escucho tu susurro en mi oído. Me llamas pequeña y como sabes que eres la única persona en el mundo capaz de tranquilizarme en cuestión de segundos, lo haces. Paremos. Porque no es sano que alguien primero te haga daño y luego te calme; no es sano que alguien que te quiera te duela tanto. No es sano destruir algo en lo que crees, pisar a quien has querido. No es sano lo que hacía conmigo.
Anoche olvidé lo que es sano y lo que no. Lo bueno y lo malo. Pero esta vez quien huyó fui yo. En el final de mi sueño, me besaba durante toda la noche.

jueves, 20 de octubre de 2011

Canción de amor y muerte. Iván Ferreiro.

Hoy, marchita y cansada, besarte infectada desde el corazón, no hay dolor. Hay una luz tenebrosa, no te pongas nerviosa que ya nada te hará de verdad. Y tú serás la princesa, que me muerde y me besa, y transforma mi piel en papel. Y yo seguiré aquí a tu lado, a pesar de los raro que sea nuestro amor, este amor. Tras el viento, a tu encuentro. Eterno vagar por el desierto. Ya lo entiendo, somos todo esto y voy contigo hasta el final, con lo puesto. Voy a contagiar a esta ciudad con nuestro amor que todos miran mal. Fue la canción la enfermedad que bailará toda la ciudad.

Guapa y peligrosa, no te limpies la ropa que me gustas así, para mi. Y es que a pesar de la muerte, de la vida o la suerte, yo siempre te querré... ¿no lo ves? 

Es un cuento y lamento que no haya un final, de momento. Y lo intento todo el tiempo, que no haya un final. De momento. Hoy descubrirán la reacción de este motor que arde hasta el final, será mi voz la conclusión de todo lo que hay, todo lo que vendrá. Voy a contagiar a esta ciudad con nuestro amor, que todos miran mal. Fue la canción la enfermedad que bailará toda la ciudad.

Marchita y cansada... besarte infectada... fue mi decisión... no hay dolor...

domingo, 16 de octubre de 2011

Espectáculo


Sentí tu esqueleto susurrándome que me quisiste cada día, que rompimos las barreras del sonido comiéndonos la boca.

domingo, 9 de octubre de 2011

Conexiones irreales

Supongo que si dos personas han estado muy unidas, hasta el punto de creer que antes o después se conocerían y enamorarían, siempre existirá una especie de conexión que ni las discusiones, lágrimas o gritos pueden borrar. Algo así como lo que pueden tener los gemelos. Conexiones de unos segundos en los que sientes que la otra persona se siente como tú, aunque sólo sea durante esos segundos. En fin, puede ser una gilipollez o no, puede que incluso la conexión que creo que tenemos no existe. Puede ser que los segundos que sentí eso anoche después de que se me parara el corazón y me volviera a latir muy rápido, el nudo en la garganta, fueran tan irreales como muchas de las cosas que nos hemos dicho. Pueden ser tantas cosas que a veces consigo desesperarme a mi misma.