sábado, 31 de agosto de 2013

Eres la palabra más perfecta que se ha inventado jamás.

Aceptaría mil derrotas más
si al final de la caída
estuvieras tú,
como el otoño, 
curándome el calor del caos
como quien pone una tirita,
porque tú lo haces fácil,
me abrazas
y ya se puede estar acabando el mundo fuera
que yo no me voy a dar
ni cuenta

Podría cargar con trescientos fracasos más
si el próximo acierto 
llevara tu nombre,
y obviando casualidades y suerte,
dejaría de hablar de acierto
para llamarlo 
de alguna manera que me invite
que quiera decir,
y diga,
que eres la puesta de sol
más bonita
que se ha visto nunca;
la mañana más preciosa
o
la palabra más perfecta
que se haya inventado
jamás

Consentiría diez cicatrices más
si el siguiente roce
fuera el de tu cuerpo sobre el mío,
si la siguiente mirada
cayera desde tus ojos,
si lo próximo que viera
fuera a ti
follándome hasta los silencios

Accedería a más de cuatrocientas 
noches de insomnio,
si al día siguiente 
me acostase en tu cintura,
cerca de tu ombligo,
y pudiera hablarte 
de todas y cada una de las noches
en las que te eché tanto,
tanto de menos,
que hasta mis vacíos
se llenaban de ti
y florecían,
insomnes
y
desvelados,
llenos de besos que contarte

Daría tanto
por desvelarme en tu boca,
que me acuesto afónica
a ver si con suerte
la voz la pones tú
mientras me cuentas este invierno al oído

miércoles, 28 de agosto de 2013

Ese mechón de pelo que cae diagonalmente

La idea es perderse un rato en el mar, dejarse llevar, y asomar la cabeza en el momento apropiado. Lo malo es que nadie nos dice cuál es el instante correcto, ni siquiera sabemos qué habrá por encima de nuestras cabezas. Lo bueno,
y aquí entras tú,
es ese cosquilleo,
desde lo tangible de mi pie derecho,
hasta donde llegue el escalofrío que recorre mi columna, dándome a entender que en ese momento he de salir a tomar aire,
y cuando digo aire,
hablo de tu boca

La idea es dármelas de arquitecto si hablo de tu cuerpo,
conocer los detalles de la convexidad de tus rodillas

la 
concavidad 
de 
tu 
espalda,
pronunciar una disertación sobre cómo roza tu mejilla ese mechón de pelo que cae diagonalmente, 
cómo te lo recoges deteniendo el tiempo sin ni siquiera darte cuenta, 
o cómo,
(como si algo me empujase por la espalda)
siento la necesidad de correr a perderme en tu ombligo, mientras terminas de recogerte el pelo 
yo me digo a mí misma que pienso despeinarte en la siguiente parada

La idea es no entender tu propia omnipresencia para a la vez comprender que todos los días de la semana empiezan a llevar tu nombre;
en fin,
que si la idea fuera sonreír cada vez que se me dispara el corazón, 
cada vez que algo me recorre por dentro,
me dolería cada centímetro de la boca
pero me daría igual porque sé que tú me curarías a besos

La pregunta es qué haría mi lengua si fuera equilibrista,
y la respuesta,
cómo no,
es que sólo tu piel podría ser la cuerda
en la que me sostuviera

lunes, 12 de agosto de 2013

Que si hay que pedirle deseos al cielo...

me has empapado los ojos de tus sonrisas,
y ahora no hay quien mire al frente
sin encontrar tu boca;
supongo que ahora entiendo el significado de injusto
si cuando amanece y busco tu cuerpo
no está tu mano pegada a la mía;
y es que me faltan incluso estaciones,
escaleras
y paradas,
para llenarte la boca de palabras
en forma de besos,
como un billete de ida
sin viaje de vuelta

has escondido tu olor bajo mi piel
y a ver quién le explica ahora a mis manos
que no pueden perderse en tu cintura;
que si fuera por mí,
te llevaría a cualquier otra parte,
con pulsera de todo incluido
para darte todo lo que esos labios pidan,
y a ver si así con suerte,
paramos el tiempo
y a la mierda con las despedidas

he trazado un mapa sobre tu cuerpo
y el tesoro estaba en cada poro de tu piel;
joder,
que me he acostumbrado a perderme en tus rincones,
como si llevara haciéndolo toda la vida,
y ahora,
24 horas después,
como si fueran 24 vidas,
no quiero encontrarme si no es mirándote,
despacito,
y con mucha calma,
en el reflejo de tus ojos


que si hay que pedirle deseos al cielo,
pido asiento de primera clase
entre tus ganas,
bajo tu risa,
sobre tu espalda...
y cerca, muy cerca
de 
tu 
mirada

y aunque en esta habitación haya 30º
se me congela el gusto,
el tacto
y el olfato,
si no es tu risa la que llena el aire de razones,
causas
y motivos,
para hundirme más de mil veces
entre tus piernas

y a ver cómo me explico a mí misma
que esta noche no te voy a respirar
mientras creamos los principios
de todas esas cosas que quiero hacer contigo,
para escribir la historia,
que se titula M,
de todas nuestras primeras veces