jueves, 28 de junio de 2012

Y en miradas que suplican paz, te devuelvo a la más placentera guerra.

Descongelas los besos que te debo
como si el cálido hielo que sostienes entre los dientes
se fundiera en mi piel
como si al besar la comisura de tus suaves párpados
tus manos se escaparan a mi cintura
mientras dibujas en ella el recorrido de mis dulces
y siempre descarados
gemidos.


Hablas de la atrevida lujuria de mi boca
de lo imprudentes que son mis labios 
cuando se desvanecen en tu frágil cuello para perderme 
entre susurros y palabras prohibidas
y dejarme llevar
una y otra vez
con las manos atadas a la cabecera de tu respiración
siempre entrecortada
y siempre tan intensa 
como la marca de mis uñas en tu interminable espalda
como tu juego de manos alrededor de mis piernas


Si hace falta recorro el infierno para sacarte una sonrisa
desnudo tu piel desenvolviendo sentimientos
te dejo sin voz mientras arañas la idea del placer
y en miradas que suplican paz
te devuelvo a la más placentera guerra

lunes, 25 de junio de 2012

Café solo, y sin azúcar.

Siempre se sienta en la misma oxidada mesa, donde el sol despliega su luz como un pintor juega con los no tan silenciosos colores. Colecciona dudas y desconfianzas, no procura ocultar su tormenta como hace el chico solitario que se sienta a dos mesas de ella dibujando engaños tras la retina. No puedo evitar observarla a lo lejos, perderme en los gestos que susurran dolor, observar cómo al levantar la cabeza paraliza el tiempo que roza y perfila su piel. Se dirige a su mesa y es como si la luz se fundiera, el falso y negro telón se bajara o la inquieta cerilla se consumiera. Enlaza el desorden que nos rodea a todos como si de un enorme puzzle se tratara encajando cada pieza con la mirada. Un suave hilo de voz se atreve a pedir un café solo, medio sonríe cuando le vuelven a preguntar qué quiere y al repetirlo se coloca su corto, liso y negro pelo detrás de la oreja. Guarda susurros de bolsillos y no aparta la mirada del sucio suelo mientras agarra la taza con ambas manos, bebiendo muy despacio y respirando como si le estuvieran rompiendo el alma en pequeños trozos que jamás podrá volver a unir de la misma manera. 


Su disfraz caducado tiene un precio demasiado alto, apuesto a que cree que su guión no está a la altura del resto de palabras, renglones y párrafos sin terminar. Termina el café y enciende un cigarro con excesiva prisa, fumándose casi hasta el filtro marcado por su pintalabios rojo, como si el miedo fuera la asfixia del minutero, como si los secretos inventados se convirtieran en verdaderas mentiras, como si su vida se viera reflejada en una taza de café; solo y sin azúcar, en un viejo bar servido por un ignorado desconocido con el que no ha intercambiado más de 8 palabras. 8 son también los segundos que tarda en irse, sin mirar atrás. Da 8 pasos, y desaparece, como el humo de ese breve e intenso cigarro, como el rastro de una persona en un bar lleno de gente.

miércoles, 20 de junio de 2012

La ausencia más puta toca el piano.

A ti te da igual, sonarán todas las viejas campanas del lugar
pero no te enterarás
porque piensas en invencibles al tiempo que en vulnerables
piensas que la siguiente delgada ola nunca mojará tus pies
que la arena
nunca te cubrirá del todo
y te equivocas
porque un día te distraerás, perderás la enfermiza memoria
y volverás a cometer todos esos errores 
que auguraban las viejas campanas
o quizá no, quién sabe


Quizá si cambiara todas las segundas personas
por primeras
esto puede que llevara mi nombre
o no
las ausencias y la memoria follan agotadas
sospechan las unas de las otras
y ante el cigarro de después, destrozadas, huyen
para volverse a encontrar en la siguiente esquina
y así amarse eternamente
de una manera
inmortal
ligeramente destructiva
y jodidamente perfecta


La ausencia más puta toca el piano, y a ti te enamora
siempre te ha gustado 
que te maten lentamente mientras sonríes
que el placer sea exclusivo
las medias
por las rodillas
y de fondo
el sonido de las campanas destrozando
la existencia de la miserable
y triste
memoria

miércoles, 13 de junio de 2012

Prohibidos y profundos.

Nada de lo que escriba podría acercarse al rastro de huellas que dejas al caminar
que como maravilla
te encuentras en la primera posición
que los juegos debajo de la mesa están bien
pero yo quiero entrar en casa y perfilar
una y otra vez, tu silueta
dejarme llevar por el instinto, saborear
arañar, empapar, acelerar
recorrer, besar
perderme en el pentagrama de respiraciones entrecortadas
de piernas infinitamente largas
de prohibidos y profundos
de labios que averiguan y manos que desnudan


La impaciencia de tus dedos se refleja en el ruido
que hacen los botones de mi camisa al caer
después de arrancarlos
en los últimos descansos antes de comenzar el juego
en una melodía que inauguran mis tobillos


Haré de ti poesía, una vez más
y llegará el momento en el que no tengas ni voz
mientras acompañas a mis ojos al borde del abismo
y mueras 
una y otra vez
en el apéndice de sonrisas, miradas y palabras
de esas que me vuelven loca
y me hacen correr a abrazarte, no soltarte
y susurrarte cosas como 
"yo te siento temblar contra mí 
como una luna en el agua".

miércoles, 6 de junio de 2012

Arránqueme la ropa.

Podríamos pasarnos la tarde buscándonos el crujir de nuestra piel
divagando en bucle sobre sonrisas y naufragios
pero tú prefieres dibujarme besos en folios
los repartes
por cada centímetro eterno de mi ser
sacándome a bailar, gritar y gemir
porque sí
te encanta mi vestido azul mientras gira 
pero más mientras cae.

Pierdo la cabeza si me dices que es poesía
lo que hace deslizarse
una y otra vez
la ropa por nuestros cuerpos
que las caricias se prometen sábanas
que las sábanas se enganchan al cielo
que despacito
como si fuera a pararse el tiempo en un dulce murmullo
elevas la altura
te ahogas en mis pensamientos
te apresuras despacio
y un beso urgente en el silencio decora la tarde.

Haces que pierda por un momento
y hasta continuamente
los papeles y la ropa, siempre la ropa.